CENTAUROS EN ASTEASU

 

“Obaba”, la película de Montxo Armendáriz, inauguraba el 53º Zinemaldia donostiarra. Una interpretación fantástica y cinematográfica que, del libro de Bernardo Atxaga, hace el director navarro. “Obabakoak” es un cuento fantástico y una interpretación literaria del Asteasu de las infancias del escritor. Atxaga tuvo, también, otros reconocimientos este año, en la Feria del Libro de Bilbao, a cuenta de otra obra suya, de título “El hijo del acordeonista”. La película “Obaba” estuvo luego nominada a los Oscar en la categoría de habla no inglesa. Fantasía de fantasías elevado al cubo por estos dos grandes artistas, que nos coloca en muy difícil situación a la hora de coger el mapa y ubicar a Asteasu en la Gipuzkoa de carne y hueso. Porque Asteasu existe y bastante antes que Obaba, a pesar de Atxaga y a pesar de Montxo, aunque, desde hace poco, hay una calle con el nombre de sus fantasías. Tiene, también, una Calle Mayor pegada a una Nagusi Kalea, cosa que le honra, y un horizonte alto que se llama Larraul y un medio horizonte flotando hacia el norte que se llama Elizmendi, que es su iglesia y uno de sus barrios. Pero los lagartos de verdad se esconden al paso de la gente que acude a trabajar, en el polígono industrial, a la entrada desde Zizurkil. Vamos, un pueblo normal, con su frontón, su plaza y su ostatu, y muchas construcciones modernas que sirven de vivienda a la gente que ha optado por el campo, pero muy cerca de la ciudad. Un lugar normal pues, como cualquier otro, aunque con ese eco poético, como de Twin Peaks después de haber acogido a David Lynch.  
Otro David, pero de apellido Seco, es también acogido con cariño en  Asteasu, y sobre todo el día de Reyes. Sí, porque esta localidad cuenta con un circuito de ciclo cross que es la envidia de otras localidades con pruebas de mayor trascendencia y difusión en este deporte. Porque la sociedad Aitzondo organiza cada 6 de enero una prueba internacional que congrega a los mejores ciclistas del mundo en la especialidad. David Seco, lleva ganando el Campeonato de España varios años, en la localidad vizcaína de Busturia, de donde, curiosamente, es natural. Y es fiel participante en la prueba de Reyes, pero ese día llegan a Asteasu deportistas de mucho prestigio. Uno de ellos, el belga Van der Linden, se perfilaba como favorito en la sexta edición que correspondía a este año 2005. Y así fue, seguido por el gigante Ryan Trebon. Pero la tercera plaza fue para Seco y la quinta para Unai Yus, otro de los asiduos.
Los caballos son otro de los símbolos de Asteasu. En versión de adultos y de infantil. Una fiesta más  actual, pero que pone de manifiesto la ilusión y creatividad de un grupo de gente que quiere aportar actividad y ocio al pueblo. Hacia mediados de noviembre se celebra pues, desde hace dos años, el Día del Caballo. Una fiesta que congrega a miles de aficionados y que este año se vio enriquecida con la Primera Carrera Popular de Caballos. Se trata de una serie de nueve pruebas que se desarrollan, durante todo el año, a veces en la playa, como en Deba, Getaria y Donostia; otras por carretera, como en Abaltzisketa, y otras, las de Aia, Elgoibar, Bidania, Zizurkil y, esta última en Asteasu, sobre hierba.
Así pues, si recogemos el testigo de Atxaga y Armendariz, y seguimos imaginando un Astasu que flota entre la realidad y la fantasía, ¿porqué no poblarlo de centauros hombre-caballo? Una especie mítica que puede definir ese binomio de ambos seres arraigados a la tierra, a la hierba y al trabajo muscular. ¿Y los centauros de hombre-moto?, esa otra fusión entre el músculo y a la máquina, pero capaz de pasar de de 0 a 100 en posos segundos.

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